top of page

¿Derecho o esclavitud?

Eva Martín, 10/11

La gestación subrogada es una práctica en la que se trata a la mujer como un objeto al que, a cambio de dinero, le arrebatan a su hijo que es tratado como un producto de comercio ¿Acaso es ético permitir esto? ¿No hay otras opciones en las que no se trate a madre e hijo como objetos? Pero, ¿acaso a estas mujeres se las puede llamar madres, o deberíamos llamarlas incubadoras? Porque, realmente, si nos paramos a pensarlo, tan solo son incubadoras. Incubadoras que no tienen ninguna libertad de decidir en el proceso del embarazo o en la posterior toma de decisiones respecto al hijo, porque un embarazo no es una técnica reproductiva y, si el embarazo por subrogación es una técnica sin más, entonces todo el embarazo lo es y nosotras, como ya he dicho, solo somos simples incubadoras. La gestación subrogada presenta numerosos inconvenientes, pero yo voy a tratar los que considero más importantes:

El primero, es la mercantilización del cuerpo de las mujeres, ya que el precio de esta práctica oscila entre los 50.000 € y los 240.000 € y, obviamente, solo personas de altos ingresos pueden acceder a este privilegio, pero lo peor es que recurrirán a mujeres vulnerables para llevarlo a cabo. Así pues, se produce una cosificación de la mujer, cuyo cuerpo es utilizado para satisfacer la demanda de los padres-consumidores. Esto va en contra de cualquier derecho humano, y legalizar esta técnica supondría acabar con años de lucha por los derechos de la mujer. ¿Cómo es posible manifestar que hay que combatir la prostitución -voluntaria o no-, porque atenta contra la dignidad de las mujeres, y sin embargo permitir este tipo de mercantilización? La Declaración Universal de Derechos Humanos dice en su artículo 4º que nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, ¿Qué es la gestación subrogada, sino servidumbre? Es cierto que es una decisión aparentemente voluntaria, pero implica supeditar la vida de una mujer durante nueve meses a la gestación de un hijo que no va a ser el suyo, y a los deseos de paternidad de los adinerados que pueden costear estos servicios.

Como ya he subrayado anteriormente, multitud de mujeres pobres ven aquí una

oportunidad de ganar dinero, y si tenemos en cuenta que, según la UNESCO, 2 de cada 3 analfabetos en el mundo son mujeres y, según la ONU, un 50% participa en el mercado laboral mundial, frente a un 77% de los hombres, resulta obvio señalar que mujeres de países pobres se sometan a lo que significa la gestación subrogada en granjas de mujeres. En definitiva, la pobreza, la precariedad, los salarios bajos y el analfabetismo aún tienen cara de mujer, así que la regulación y normalización del alquiler de vientres provocaría que miles de mujeres, en España y en el mundo, decidieran ofrecer su cuerpo en una agencia de subrogación, ya que en un momento en el que se atraviesan dificultades una persona puede pensar que está dispuesta a alquilar su cuerpo, pero nadie dice que esta opinión no se puede ver modificada a lo largo de los nueve meses de gestación, no solo por el tiempo

que transcurre, sino por los sentimientos que afloran y los efectos que el embarazo produce en la vida cotidiana y en la salud.


En segundo lugar, la otra cara de la gestación subrogada es el niño. Puede parecer que, dado que no es consciente de que está siendo gestado de un modo alternativo, no hay ningún problema relacionado con él, pero lo cierto es que no se está respetando la dignidad del bebé cuando es tratado como un mero objeto de compraventa. De esta manera, surge un problema tanto legal como ético, ya que no puede haber mayor atentado contra la dignidad humana que la compraventa de

seres humanos porque en contratos de este tipo, padres intencionales, gestante e incluso donantes, se han puesto de acuerdo, pero nadie puede hablar en nombre del niño. Es peligroso aceptar que se pueden comprar bebés si no se les está haciendo ningún daño, porque esta decisión puede conducir a aceptar realidades que no merecen ser toleradas, nada impediría que mafias se

dediquen a producir bebés que puedan luego vender o, por surrealista que pueda parecer, explotar en fábricas en países subdesarrollados. A pesar de que puedan parecer cuestiones que tienen poco que ver, cuando se pierde la noción de lo que está bien y lo que está mal, todo es posible.

Un ejemplo de cómo los hijos son tratados como productos es la historia del pequeño Gammy ocurrida en Tailandia en Agosto de 2014. La madre que sirvió de vientre de alquiler, denunció que la pareja a la que hizo de gestante fue a recoger a la melliza pero a Gammy no. ¿Por qué? porque Gammy padecía síndrome de down y problemas cardíacos, además de que al enterarse de la discapacidad del pequeño quisieron que la madre abortara.

Finalmente, la gestación subrogada plantearía serios problemas en su regulación. Por ejemplo, si por cualquier causa los padres intencionales decidieran no seguir adelante, ¿qué ocurriría? O la gestante tendría que quedarse con el hijo, o se la forzaría a finalizar el embarazo. Pero, ¿y si no quiere hacerlo? ¿Estarían incluidos en el pago los riesgos y efectos del aborto en la gestante?

También podría ocurrir que quien no quiera seguir adelante es la gestante. Como ya hemos dicho anteriormente, este es un proceso que no tiene vuelta atrás, pero puede haber situaciones extremas, como que el embarazo suponga un peligro para la vida de la madre. La gestante podría tomar entonces la decisión de no seguir adelante. Otra situación sería el derecho de la gestante sobre el hijo. Ha habido casos en que, en el último momento, la gestante se ha arrepentido y ha decidido quedarse con el bebé, ¿De quién es el hijo, quien lo ha llevado durante nueve meses o quién ha pagado por él?

Una historia real que ilustra bien varios de estos factores es la de una joven norteamericana de 29 años, Crystal Kelley, sin recursos económicos, que aceptó la oferta de una pareja para gestar a un hijo a cambio de 22.000 dólares. En el quinto mes de embarazo, los médicos le dijeron que la niña venía con numerosas complicaciones y, al conocer estos hechos, los padres le ofrecieron 11.000 dólares a la gestante para que abortara, pero ella no estaba de acuerdo. Le dijeron que, si no lo hacía, abandonarían a la niña, por lo que huyó al Estado de Michigan, donde

sus derechos como madre estaban reconocidos, para que su hija no se convirtiera en “uno de esos niños discapacitados olvidados”. Finalmente, la pequeña fue adoptada por otra pareja.


La gestación subrogada se ha practicado, se está practicando y se practicará y yo me planteo la siguiente pregunta: ¿es eso malo o bueno?

1750 a.C. en la antigua Mesopotamia; la ama de Sham no puede concebir hijos y su marido, enfadado por la infertilidad de su mujer, dirige su atención hacia la pequeña Sham, una esclava joven y fértil, capaz de darle descendencia y, según el Código de Hammurabi, también legítima. A Sham nadie le pregunta lo que le parece la idea, al fin y al cabo, no necesitan su consentimiento, sino solo su cuerpo, sobre el cual ella no tiene decisión.

2016, España; una familia no puede concebir hijos por problemas de salud y recurren a la gestación subrogada y así consiguen tener a su hijo.

Esta es una cuestión que nos afecta a todos y a todas como sociedad, por lo tanto todos y todas tenemos que saber lo que se está tratando para que no nos hagan creer cosas que son falsas. Cada uno de vosotros tiene derecho a tener una opinión propia, y bien ¿estáis a favor o en contra? ¿Estamos dispuestos a que los bebés sean productos? ¿Estamos dispuestos a que el dinero decida si podemos tener hijos o no? Yo ya he expresado mis argumentos como herramienta para que podáis conocer esta situación, y ahora estar a favor o en contra queda en vuestras manos.


댓글


© 2020 by Veu Vermella

bottom of page