lliria, 20/04/21
Tenemos constancia de civilizaciones tan remotas que resultan fascinantes. La escasez de fuentes escritas, la alusión a mitos y los confusos restos arqueológicos no han hecho más que alentar la curiosidad tanto de estudiosos como de aficionados. Con la ayuda de técnicas cada vez más avanzadas se intenta acceder a mundos misteriosos y ocultos. Uno de ellos es la Atlántida.
Esta isla legendaria aparece en dos obras del filósofo griego Platón: Timeo o De la naturaleza y Critias o De la Atlántida (ambas escritas en clave de diálogo en torno al año 360 a.C.). La primera sólo menciona la civilización de los atlantes. Un sacerdote egipcio manifiesta al sabio Solón que los griegos, víctimas a menudo de catástrofes, pierden parte de su historia, a menudo reconstruida a base de mitos, mientras que los egipcios poseen un conocimiento más sólido sobre el pasado. A continuación narra cómo nueve mil años atrás los antiguos griegos vencieron a una belicosa potencia marítima llegada del oeste, desde las Columnas de Heracles. ¿Un intento de legitimar la autenticidad de la Atlántida? En cualquier caso, el relato del sacerdote termina con la nación de los atlantes víctima de una catástrofe natural.
Fondo Pantalla Cine. Imagen: Pixabay
El segundo texto, el de Critias, describe con más detalle la Atlántida, su forma de gobierno y sus recursos. La historia parte de un origen mitológico y divino, según el cual a Poseidón le corresponde esta isla tras el reparto que los dioses hacen del mundo. Se desposa con Clito, una mortal que vive con sus padres en la montaña central de la isla. A continuación, fortifica esta montaña con muros y fosos, y conforma la ciudad en anillos de tierra y agua. El matrimonio tendrá diez hijos varones (cinco parejas de mellizos) que más tarde reinarán en la Atlántida, repartida entre todos ellos para evitar conflictos. La primera pareja de mellizos, Atlas y Eumelo (o Gadiro), recibe la parte central de la isla y las Columnas de Heracles, respectivamente. Además, sobre Atlas recaerá el gobierno principal, y el resto de hermanos estarán supeditados a él. Como se puede deducir, del nombre de este soberano derivará el de la isla, así como el del océano que la baña, el Atlántico. Los diez reinos seguirán estrictamente las Leyes de Poseidón, grabadas en una columna en el templo consagrado al dios. Su legislación giraba en torno al consenso y a la ayuda mutua, a no guerrear entre ellos y a reunirse cada cinco o seis años para discutir asuntos de interés.
Es fácil pensar que la legendaria isla contara con un entorno privilegiado. Los yacimientos del lugar eran ricos en minerales, con los que se podía comerciar con el exterior. Abundantes bosques y pastos servían de alimento a gran cantidad de animales salvajes y domésticos. Caballos y elefantes eran especialmente apreciados. El toro era también un animal emblemático, destinado a sacrificios en el Templo de Poseidón.
Este templo, consagrado al dios del mar y a su esposa Clito, ocupaba la parte central de la ciudad, en la parte elevada o Acrópolis. Estaba rodeado por un muro recubierto de oro, según la explicación que se da en el Critias. El edificio sagrado contaba también con un revestimiento de plata, oricalco (mineral rojizo que probablemente fuera cobre) y mármol. Además contaba con multitud de estatuas. En esta parte central de la ciudad se ubicaba también el Palacio Real.
Uno de los aspectos más llamativos de la Atlántida era su disposición en anillos concéntricos de tierra y agua. Cada uno de ellos estaba comunicado con el siguiente mediante puentes y canales. Además, un canal central comunicaba el mar con el anillo más interior, el de la Acrópolis o ciudadela. En uno de los anillos de tierra interiores estaba ubicado el hipódromo, pero la ciudad contaba también con gimnasios, baños de agua fría y caliente (distintos acueductos canalizaban el agua), jardines y puertos mercantiles con un intenso tráfico naval.
Pero este Paraíso era también un reino fuertemente militarizado. Como sabemos, la isla estaba dividida en sectores con un gobernante al mando de cada uno. En caso de guerra, cada sector debía aportar una cantidad determinada de efectivos militares: carros de guerra, caballos, navíos, además de infantería pesada y ligera provista de arcos, flechas, hondas, etc. Podemos hablar de una sociedad no sólo militar, sino también belicosa. De hecho, según Platón, lograron imponer su dominio en diferentes puntos del Mediterráneo, hasta alcanzar las costas de Egipto y Grecia (al parecer, fueron detenidos por esta última potencia).
Por desgracia, el Critias queda inconcluso y no nos relata cuál fue el final exacto de esta civilización. Sí que alude a una progresiva corrupción de sus habitantes conforme fueron perdiendo sus principios y su esencia divina. La obra concluye con un castigo por parte de Zeus. ¿Cuál? Para obtener alguna pista, debemos volver a la primera obra de Platón a la que aludíamos: al Timeo. Aquí sí encontramos la acción de un terremoto y una posterior inundación "en un día y una noche". Pero, ¿qué sucedió? Y lo más importante: lo que sucedió, ¿fue real?
No faltan voces que aseguran que la Atlántida no existió. Esta postura gira en torno a una metáfora que Platón empleó para hablar del buen y del mal gobierno. Pero a lo largo de los siglos, e incluso en la actualidad, la Atlántida sigue suscitando interés, y la continuamos buscando. De haber existido, ¿dónde estaba?
Historiadores, arqueólogos y otros investigadores tienen varios puntos del Atlántico y del Mediterráneo como fuertes candidatos. Pueblos con una tecnología avanzada, provistos de ejército y que hubiesen desaparecido debido a una catástrofe natural. Por ejemplo, en las Azores se han hallado vestigios del Neolítico y de la Edad del Bronce. También anclas de piedra vienen a demostrar que en épocas remotas los habitantes de las islas se desplazaban con cierta facilidad por vía marítima. Más lejos, en la isla de Cerdeña, existen nuragas (una especie de estructura circular de piedra en forma de torre) que cuentan con 3500 años de antigüedad. Asimismo, la presencia de figurillas de guerreros nos habla de una civilización belicosa, y la existencia de rocas volcánicas y de manantiales de agua caliente pueden apuntar a un posible cataclismo, pero se ha descartado al ser vestigios posteriores a los sucesos narrados por Platón. Sin embargo, existen dos puntos interesantes: la isla de Creta y la costa sur de España.
Hace unos cinco mil años apareció en la isla de Creta la civilización minoica. Los restos de construcciones que nos han dejado (los denominados "palacios") nos hablan de una sociedad rica y próspera, con un modo de vida volcado en el mar y un cierto nivel de talasocracia. Los frescos de sus muros reflejan también una adoración a los toros (como los atlantes). Al parecer, una tragedia marcó su final. ¿Qué pudo suceder para que sucumbiera una civilización tan floreciente? Al norte de Creta, en la isla de Santorini, ocurrió una catástrofe hacia el año 1600 a.C. El volcán Thera entró en una erupción sin precedentes. La explosión fue tan violenta que parte del Mediterráneo oriental se vio cubierto durante años por una nube de cenizas, lo que causó graves problemas medioambientales. Pero la erupción trajo como consecuencia inmediata una oleada de tsunamis que barrieron las costas de Creta. Se estima que las olas pudieron alcanzar una amplitud de más de cuarenta kilómetros y una altura de unos veinte metros.
Sin embargo, y a pesar de que este pueblo pasaría por posteriores avatares (por ejemplo, en torno al 1450 a.C. pudo sufrir alguna invasión del Peloponeso), sí pudo rehacerse de algún modo. Eso a pesar de que sólo con el volcán y las inundaciones pudo perder hasta un 80% de su población.
Por lo que respecta a las costas andaluzas, recientes investigaciones han llevado a pensar que la Atlántida pudo emplazarse más allá de las Columnas de Heracles. En concreto, en las marismas de Doñana. Hace miles de años en este parque se ubicaba un gran lago, el Ligustinus, que daba al mar, y Gadir (quizá aquella que recibió el hermano de Atlas), hoy la actual Cádiz, formaba una isla. Varias fotos desde satélite revelan formas circulares impresas en el suelo, posiblemente hechas por el ser humano. ¿Podría haberse ubicado aquí la Atlántida? No han faltado especulaciones sobre ello, pero sí tenemos la certeza de que la costa occidental andaluza acogió a la civilización de Tartessos, pueblo comerciante marítimo, de origen fenicio, cuya influencia llegó al interior de la Península Ibérica, hasta la actual Extremadura. Se ha discutido mucho la relación entre Tartessos y la Atlántida, y aunque es atractiva la idea de relacionarlos, también se ha desechado esta hipótesis.
Así pues, seguimos buscando los vestigios de un pueblo que ha logrado abrirse paso a través de los siglos y de estimular nuestra imaginación. Posiblemente existió, o quizá sólo fuese un ejemplo de Platón en clave de parábola para hablar de cómo debía ser un gobierno virtuoso. Quién sabe si más adelante algún hallazgo nos depare una sorpresa.
Bibliografía:
Ión, Timeo, Critias (Platón), Ed. Alianza Editorial, 2016.
Breve Historia de Tartessos (Raquel Carrillo), Ed. Nowtilus, 2011.
Documental El resurgir de la Atlántida (Atlantis Rising), Simcha Jacobovic, 2017. El resurgir de la Atlántida (TV) (2017)
Documental En busca de la Atlántida - National Geographic, 2017. En busca de la Atlántida
Documental The Wave that destroyed Atlantis - Timewatch BBC, 2007-2008 BBC Two - Timewatch, 2007-2008, The Wave That Destroyed Atlantis
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