lliria, 21/05/21
Imagen: Retrato Personas / Fuente: Pixabay
A principios de marzo hablamos sobre Hatshepsut, la mujer faraón que reinó en el Antiguo Egipto entre los años 1480 y 1468 a.C., aproximadamente, durante el período conocido como Imperio Medio. Una soberana destacada por sus dotes de mando y por una marcada personalidad, pero cuyo ascenso hubiese sido prácticamente imposible sin la ayuda de las personas de las que supo rodearse, entre ellas el Canciller Real Senenmut. Sobre la figura de este hombre se ha especulado mucho, así que vamos a centrarnos en los aspectos más veraces de su vida.
Los expertos coinciden en que procedía de una familia modesta de Nubia. Su padre, Ramose, era un pequeño funcionario, mientras que su madre, Hatnefer era una sencilla “Señora de la casa”. Es posible que naciera sobre el año 1490 a.C., en Iuny, localidad al sur de Tebas, y que tuviera varios hermanos y hermanas. Como muchos niños cuyos padres pudieran permitírselo, recibiría una esmerada educación aprendiendo a leer y a escribir el arduo alfabeto egipcio. Algunos especialistas coinciden en que, terminada su formación, ingresó en el ejército. Y al parecer le fue muy bien. El Egipto del faraón Tutmosis I atravesaba un periodo de riqueza y prosperidad y una etapa de expansión militar. Senenmut se desenvolvió con tanta soltura en las campañas contra Nubia que recibió incluso algunas condecoraciones. El ejército pudo ser su puerta de acceso al funcionariado de Palacio, nada menos que como instructor de la princesa Hatshepsut. Sus fuertes personalidades se encontraron y, a pesar de la diferencia de edad –unos veinte años– se entretejió entre ambos una singular relación.
El final del reinado de Tutmosis I plantea un problema sucesorio: de los hijos habidos con la Gran Esposa Real Ahmés, sólo queda Hatshepsut como posible heredera. De hecho, el faraón ya confió en ella para que desempeñara un buen papel. Sin embargo, fue su hermanastro Tutmosis II, hijo de una esposa secundaria, quien accedió al trono. Quizá como estrategia, y sin querer renunciar a sus derechos legítimos, la joven princesa accede a casarse con su hermanastro.
A pesar de todo, este matrimonio parece salir bien para la joven. También para Senenmut, quien va prosperando dentro de la corte. El nuevo faraón es un muchacho débil y enfermizo, y es fácil pensar que Hatshepsut y Senenmut fuesen moviendo hilos. A lo largo de su carrera, el astuto funcionario logrará hacerse con más de noventa títulos. También será el preceptor de la pequeña, y prueba de esto son las llamadas “esculturas-cubo” de Senenmut custodiando a la pequeña. Lo mismo sucederá cuando nazca la segunda hija de Hatshepsut. Este papel es de suma importancia, ya que le permiten un contacto muy íntimo con la Familia Real. Hacia el tercer año del reinado de Tutmosis II, Senemut ya disfruta de algunas prerrogativas, como disponer de un santuario propio junto al Nilo. Sólo unos pocos muy privilegiados tenían derecho a ello.
Imagen: Egipto. Templo de Karnak. Obelisco / Fuente: Pixabay
La vida en la Corte pronto dará un vuelco. La prematura muerte de Tutmosis II en 1479 a.C. deja a Hatshepsut de nuevo en una postura comprometida, dado que sólo había tenido dos hijas. Sin embargo, Isis, esposa secundaria del fallecido rey, había sido madre del futuro Tutmosis III. La joven viuda actuará como regente del pequeño hasta que cumpla la mayoría de edad. Por esta época, Senenmut aborda un importante reto arquitectónico: la extracción de dos enormes obeliscos de las canteras de Asuán, su traslado por el río Nilo – en una operación de coordinación de barcos sin precedentes – y su posterior colocación en el Templo de Karnak. En un gesto de enorme confianza, Senenmut aparece en una descripción de Asuán anunciando a la regente que ha llevado a cabo esta empresa. Lo revolucionario de la escena es que se representa de un tamaño igual que el de Hatshepsut, indicando que está a la misma altura que ella. Con la erección de los dos obeliscos, Hatshepsut está tratando de reforzar su origen divino y, por tanto, su derecho al trono.
El año VII de corregencia marca un importante hito: Hatshepsut se proclama a sí misma faraón. Sin duda, un acto programado por ella, Senenmut (por estas fechas con título de “Mayordomo de la Casa del Dios Amón) y Hapuseneb, máxima autoridad sacerdotal. Mediante una cuidada puesta en escena y una bella escenografía llevada a cabo por Senenmut, la llamada Teogamia justifica la naturaleza divina de la ahora reina, su venida al mundo gracias a su madre mortal, la Gran Esposa Real Ahmés, y el mismo dios Amón encarnado en Tutmosis I. Así el derecho de Hatshepsut a llevar la doble corona será incuestionable. ¿Y qué pasa con Tutmosis III? En un principio, el muchacho parecía más interesado en la defensa de las fronteras del reino y en la vida militar que en permanecer en el trono, por lo que delegó los asuntos del gobierno en su madrastra y tía. Sin embargo, también figurará en las representaciones como faraón, en calidad de corregente (si bien Hatshepsut siempre precediéndole).
Por estas fechas, Senenmut ha llegado muy alto dentro de la corte. Asesora a la reina, desempeña numerosas funciones de carácter sacerdotal y también lleva a cabo importantes proyectos arquitectónicos. El más destacado, la construcción del templo funerario de Hatshepsut: el conocido como Dyeser-Dyeseru, cerca del Valle de los Reyes, en Deir el-Bahari. Esta elegante construcción de tres terrazas ornamentadas con columnas protodóricas y solemnes esculturas nos revela el elevado refinamiento y el gusto artístico de Senenmut.
Templo Dyeser-Dyeseru. Deir el-Bahari / Fuente: Pixabay
Pero esta no será la única obra arquitectónica que Senenmut lleve a cabo: también constan dos tumbas para él y para su familia, una de ellas a escasa distancia del Dyeser Dyeseru, cuyas galerías subterráneas casi se tocan. Otra muestra de la intimidad que le unía a la reina, quien a su vez parecía complacida con este trato familiar. Sobre si hubo algo más que una estrecha colaboración, no pocas voces lo afirman. De hecho, se han encontrado en Deir el-Bahari algunos dibujos hechos muy probablemente por los obreros en su momento de descanso. En ellos, una figura tocada con gorro de capataz mantiene relaciones explícitas con una mujer coronada como faraón. ¿Rumores maliciosos? ¿Un secreto a voces? Puede que siempre nos quede la duda.
Senenmut se encargará de asombrar al mundo una vez más, en esta ocasión con sus conocimientos del cosmos. En Deir el-Bahari el versátil Mayordomo Real desplegó en una de las cámaras del Templo de Hatshepsut uno de los planos celestes mejor conservados de la Antigüedad. En él aparecen constelaciones y planetas, cuyos movimientos marcaban el calendario egipcio.
El mayordomo todavía permanecerá unos años fiel junto a la soberana, prestando sus valiosos servicios. En la expedición al país de Punt, que supuso para Egipto un hito comercial y explorador sin precedentes. También en la ceremonia del jubileo real y suponemos que en momentos difíciles, como el prematuro fallecimiento de la princesa Neferura. Cómo y cuándo murió Senenmut es todavía un misterio. Si cayó en desgracia o fue asesinado durante el reinado de Tutmosis III, o si pudo sobrevivir a su reina todavía unos años. Hay distintas conjeturas. Lo que sí conocemos con certeza es la valía y la fidelidad de este hombre, para quien su humilde origen no fue impedimento a la hora de llegar a las más altas cotas de poder.
Bibliografía:
Hatshepsut, la reina misteriosa (Christiane Desroches Noblecourt), Ed. Edhasa, Barcelona, 2004.
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