Eva Martín, 12/12
La Capilla Sixtina está en el Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, la residencia oficial del papa que originalmente servía como capilla de la fortaleza del Vaticano. Esta capilla debe su nombre al papa Sixto IV, quien ordenó su restauración, ya que antes se conocía como Capilla Magna. Desde la restauración ha servido para celebrar diversos actos y ceremonias papales y actualmente, es donde se realiza la reunión en la que los cardenales electores eligen a un nuevo papa. Un dato que me llamó la atención es que mide 40,93 x 13,41m, las medidas exactas del Templo de Salomón según la Biblia.
La fama de la Capilla Sixtina se debe principalmente a su decoración al fresco, especialmente por la bóveda y el testero con El Juicio Final, ambas pintadas por Miguel Ángel Buonarroti, un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los artistas más grandes de la historia. Desarrolló su labor artística durante más de 70 años entre Florencia y Roma, hoy en día se conservan alrededor de 40 ó 50 esculturas, 4 pinturas y los frescos de la Capilla Sixtina, de todas estas sólo firmó una: La Piedad. Esto se debe a que no le gustaba firmar sus obras, sin embargo, el artista escuchó que la autoría de esta escultura se atribuía a otra persona y grabó en la banda del pecho de la Virgen «Michael Angelus Bonarotus Floren faciebat».
La obra pictórica en la que nos vamos a centrar en este artículo es, como ya habréis podido averiguar, la Bóveda de la Capilla Sixtina, realizada entre 1508 y 1512. Es una pintura al fresco de dimensiones 13x36m, en la que predomina el dibujo sobre el color, y los que más destacan son vivos y litúrgicos (verdes y violetas). Además, es una composición muy simétrica en la que se enfatiza la figura humana con diferentes formas, torsiones, tensión y escorzos (oculta una parte del cuerpo de la figura detrás de otra para darle más profundidad). En cuanto a la composición en sí, está encuadrada por una imitación de arquitectura de mármol en pintura, es una falsa arquitectura que es precedente al Ilusionismo Barroco.
Las pilastras de la falsa arquitectura se alargan y forman arcos que dividen la parte central en 9 tramos. Sobre cada una de estas pilastras hay representaciones de hombres desnudos y, entre cada una de estas, hay medallones.
En los 8 triángulos podemos ver los antepasados de Cristo del evangelio de San Mateo y, a su vez, entre las enjutas triangulares, hay representaciones alternas de profetas y sibilas, es decir, alterna lo pagano y los cristiano, porque tanto profetas como sibilas eran los adivinos de su cultura.
En los 9 tramos centrales se representa la historia de la creación por orden de arriba-abajo.
En la primera franja se retratan los acontecimientos anteriores a las tablas de Moisés.
En la segunda, la creación de astros y plantas.
En la tercera, la separación de la tierra y las aguas.
En la cuarta, la creación de Adán, representado como el ideal de belleza, la escena más dinámica y expresiva.
En la quinta podemos admirar la creación de Eva.
En la sexta, la expulsión del Paraíso, la serpiente es representada como una mujer ya que esta fue la que indujo al hombre al pecado, es un símbolo de maldad.
Por último, en las tres últimas escenas, se representan pasajes de la vida de Noé. Estas tres fueron las primeras que pintó Miguel Ángel, por eso las figuras son más abundantes y pequeñas. Después se dio cuenta de que desde abajo la bóveda no se veía igual y en las siguientes pinturas hizo menos figuras y más grandes, como el caso de la creación de Adán.
Esto es, seguramente, lo que la mayoría conocéis sobre la Bóveda de la Capilla Sixtina, sin embargo, esta tiene algunos secretos y curiosidades que a continuación vamos a exponer.
Cuando encomendaron a Miguel Ángel la realización del fresco de la Capilla, que al principio era un fondo azul con estrellas, él estaba centrado en el proyecto de las esculturas de la tumba del Papa y no quiso encargarse de pintarla, ya que él no se consideraba pintor, sino escultor. Fue Julio II quien obligó al artista por medio de cartas a encargarse de este fresco, uno de los primeros que pintó en su vida.
En un principio Julio II quería que pintara a los 12 apóstoles, pero Miguel Ángel consideró que este plan era “demasiado pobre” y, a pesar de su casi nula experiencia como pintor, la Capilla acabó albergando más de 300 figuras, y para pintarlas tuvo que diseñar un andamio de 20 metros de altura. Además, al pintarla desde lo alto tuvo que improvisar algunas partes debido a que la superficie del techo era irregular y desde el suelo no se veía el efecto deseado. Por otra parte, aunque los espectadores no lo aprecien, son figuras que pueden llegar hasta 2 metros de longitud, de modo que ya podéis imaginar la dificultad de la obra.
Como ya he comentado, la experiencia del artista en el fresco era carente, por lo que dejó para el final la escena que muestra a Dios para cuando tuviera más experiencia en esta técnica. Se dice que Miguel Ángel asumió esto como el desafío más grande de la obra.
Finalmente, esta figura que pintó de Dios, fue una revolución en la época porque, hasta aquel momento, en la mayoría de pinturas, tan solo había sido representado como una mano entre las nubes.
Por otra parte, al hilo con la representación de Dios, hay teorías como la de Frank Lynn Meshberger, que dicen que el conjunto divino de la creación de Adán es, en realidad, la representación de un cerebro humano «Uno puede imaginar la chispa de la vida saltando de Dios a Adán a través de una sinapsis entre las yemas de sus dedos. Sin embargo, Adán ya está despierto, sus ojos abiertos y está completamente formado (…) Yo creo que hay un tercer “personaje principal” que no ha sido previamente reconocido». En la serie Westworld, Robert Ford, interpretado por Anthony Hopkins, explica el significado de esto: «El regalo divino no viene de un poder superior, sino de nuestras propias mentes».
El Juicio Final, pintado también en la Capilla Sixtina, también tiene algunos datos curiosos que me impactaron ya que, una vez finalizada su obra, hubo una gran controversia debido a los múltiples desnudos. En el Concilio de Trento de 1563 se estableció que no podrían mostrarse imágenes profanas en iglesias y, de este modo, el papa Pío IV ordenó a Daniele da Volterra, un pintor que fue alumno de Miguel Ángel, a cubrir con paños y telas las figuras desnudas, por lo que más tarde se le apodó “Braghetone”.
Ante estos desnudos, el maestro de ceremonias del papa, Biagio da Cesena, dijo que Miguel Ángel era obsceno y era vergonzoso representar figuras desnudas en un lugar santo, ya que era más propio de una taberna. Miguel Ángel al enterarse de lo que había dicho decidió representar a Minos, el juez del infierno, con la cara del sacerdote.
Por último, aunque Miguel Ángel no firmara sus obras, no le impedía
representarse a sí mismo en ellas, este es el caso de El Juicio Final en el que se representó como San Bartolomé arrancándose la piel. Se dice que decidió hacerlo así por el gran sufrimiento que le había conllevado pintar esta obra.
Miguel Ángel fue un artista que trabajó todos los campos aunque se considerara escultor por encima de todo. En estas obras recurrió a los modelos de estatuas clásicas y de otras pinturas, e incluso tomó referencias iconográficas o de fuentes literarias como la Divina Comedia de Dante o la Biblia. Estas son obras que recogen a la perfección las características de la época en sus figuras por las diferentes posturas, tensión, torsiones y escorzos. Miguel Ángel rompe con el clasicismo, ya que estas características se pueden considerar manieristas.
Bibliografía:
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Sanguino, J. (2020, 25 marzo). El artista que se hizo famoso por censurar la Capilla Sixtina - Arte. CC. https://culturacolectiva.com/arte/el-artista-que-se-hizo-famoso-por-censurar-la-capilla-sixtina
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